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CAPÍTULO 4


El modo de funcionamiento por la dominación del sistema emocional


4 - 3- El Espíritu Santo aporta un verdadero valor comparativo con la conciencia


La genética humana tiene una conexión permanente entre las neuronas que rodean su "corazón" y las de su cerebro, lo que le permite de aportar la retroinformación de sus acciones a la persona en cuestión, para que pueda establecer una comparación emocional con las necesidades de esta genética. Si, por lo tanto, esta característica es más importante para poder enfocar el propio sistema emocional en los valores de la propia genética, existe una brecha en la lógica bajo tutela, que no fue diseñada para usar esta característica directamente, ya que fue diseñada para manejar el instinto supervisado, como acabamos de ver en el párrafo anterior. Esta funcionalidad está entonces accesible, solo indirectamente a través del aprendizaje de la persona interesada, que, por un lado, limita considerablemente el desarrollo emocional individual y, por otro lado, no le permite disponer de ella adecuadamente en todo momento para gestionar sus acciones reflejas. A través del aprendizaje, estas capacidades de comparación emocional, en relación con su genética, se colocan efectivamente en los análisis cerebrales del cerebro, a través de los cuales el circuito de toma de decisiones no pasa en caso de acciones reflejas, que discutiremos nuevamente y que el diagrama en el apéndice destaca.

Donde la lógica bajo tutela sólo permite la supervisión de este tutor, la percepción del Espíritu Santo transmite esta información entre el "corazón" de la persona y su cerebro, y viceversa. Es por eso que el bautismo del Espíritu Santo nos saca de la supervisión de Satanás con el fin de una autogestión perfecta, incluso si en los tiempos actuales, la vaguedad de las programaciones en el cerebro, se debe ser cubierta por la obra de Cristo en la Cruz. La lógica del Espíritu Santo siendo mucho más fácil de diferenciar de otras emociones, que la lógica bajo tutela, esto hace una gran diferencia para la persona en cuestión, porque las programaciones de acción en su cerebro pueden compararse con un valor correctivo y ya no idéntico a su "corazón", con respecto a la elección previa de sus acciones. Esto es igualmente cierto en relación con las retroinformaciones de las confusiones entre su bien y el de Dios, permitiéndole un verdadero examen de conciencia, después de sus actos.

Si lo que llamamos examen de "conciencia" existe por consiguiente en ambas lógicas hoy, no se relaciona realmente con los mismos datos emocionales en una que en la otra y esto es lo que debemos mirar con la mayor atención.  

Mientras que el ser humano esté sólo dotado de la lógica bajo tutela, la capacidad de percepciones emocionales se ve afectada por el hecho de que el Espíritu Santo, sentido externamente a la lógica misma, es percibido por un "órgano sensorial" que discutiremos nuevamente en el capítulo 5. Es de este órgano que emergen las percepciones sensoriales relacionadas con esta lógica constructiva, así como las del Espíritu Santo. Mientras el ser humano esté dotado sólo de lógica bajo tutela, este órgano se vuelve así en portador tanto del deseo de lo divino por el Espíritu Santo como del miedo a la represión por la lógica bajo tutela. Esto lleva a la persona interesada a una cierta ambivalencia y a abarcar esta percepción del Espíritu Santo a su único aprendizaje, a la forma en que el instinto lo permite, dificultando que su cerebro sintetice entre la lógica de adiestramiento misma y el Espíritu Santo.  

Este aprendizaje se convierte, por consiguiente, en su única capacidad de comparación entre las programaciones que generan sus acciones, ellas mismas llevados a cabo desde la lógica bajo tutela y las percepciones relacionadas con la misma lógica en su "corazón". En su examen de conciencia, mira la corrección traída por su cociente emocional, administrado o no, de acuerdo con el solo aprendizaje recibido, para producir una acción estimada justa por él, comparando dos sistemas básicos idénticos, de los cuales solo el aprendizaje trae una posible diferencia. Esto de ninguna manera pone de manifiesto el error emocional en relación con la genética, que el Espíritu Santo podría querer traer por su naturaleza divina.

Contrariamente a esta baja capacidad comparativa, en similares circunstancias, la "lógica" del Espíritu Santo desde el "corazón" trae efectivamente una diferencia comparativa entre el sistema emocional y la genética, que ya no solo está relacionada con el aprendizaje, pero también con la percepción que el cerebro siente del Espíritu Santo desde su "corazón", cuya naturaleza trae los valores del Amor divino, en conformidad a la conciencia en la genética.

Esto no significa que la persona no podrá confundir su amor con el Amor divino, visto que su síntesis está influenciada por sus análisis, así como por la programación que se utilizará para producir cualquier forma de acción, pero si esta persona ha perseverado en el aprendizaje a diferenciar entre sus propias emociones y las del Espíritu Santo, podrá tomar conciencia de la clave de sus confusiones entre la Verdad divina y sus propias verdades. Las informaciones que vienen del Espíritu Santo en su "corazón", siendo de naturaleza divina, le da una mayor orientación en esta dirección, allí donde la lógica bajo la tutela incita a la autoprotección egocéntrica y todas sus ramificaciones carnales. Esta es la razón por la cual, en la lógica bajo tutela, el Espíritu Santo, que es apenas perceptible a nivel del corazón, se considera más como proveniente de los análisis del cerebro, por la enseñanza recibida (bíblicamente el alma, que consiste en los análisis y sentimientos programados en la adolescencia) y no del "corazón". Los límites del egocentrismo inicial se corrigen entonces sólo en la medida en que los análisis dan razón al aprendizaje de los valores divinos recibidos en la infancia y dejan al sujeto ante sus simples deseos de respetar los valores adquiridos, cristianos o no.

Esta es una diferencia tan fundamental como la diferencia entre el amor egocéntrico y el amor divino, porque la lógica bajo tutela priva a los humanos de lo que podría llevarlos a un verdadero examen de conciencia y obediencia a Dios.

Esta es la fuente de muchos errores y grandes presunciones de verdad, porque si podemos entender fácilmente este desarrollo, ya sea que seamos bautizados o no con el Espíritu Santo, la enseñanza recibida puede llevar a acentuar nuestro cociente emocional hacia nuestras únicas acciones programadas y convertirlo en una meta divina, allí donde Cristo habría querido llevar nos a reescribir esta programación. Si este cociente emocional está ahí para corregir la programación existente, no significa que la persona que ha recibido el Espíritu Santo aplicará el valor de corrección correcto, porque estaría si no ignorar el libre albedrío de todos para seguir, o no, la información del Espíritu Santo o la de sus análisis y enseñanzas. Es por eso que Jesús cubre todo pecado por gracia, mientras trata de llevar a la persona interesada el entendimiento correcto hacia la aceptación de esta corrección. Si esta comprensión de la persona interesada se vuelve tan importante, es para evitar a sus análisis, hacer silenciar la información que viene del Espíritu Santo desde su "corazón", en favor de sus solas capacidades de acciones programadas, imposibles de eludir, mientras que se llevaron a cabo en el lenguaje de la lógica bajo tutela.

Estas capacidades de acciones programadas son aquellas a las que es más fácil dar razón, mediante presunciones carnales, confundidas entonces con la fe. Por eso es tan importante aprender a permanecer a la escucha del Espíritu Santo en todo momento, en todo lugar y en todas las circunstancias, para diferenciar en el mejor de los casos, las emociones relacionadas con el Espíritu Santo, de los relativos a todo nuestro sistema emocional. El Espíritu Santo puede entonces convertirse en nuestro Amigo perfecto y llevarnos a actuar por fe, respetando la voluntad divina, hacia la vocación que Dios desea para nosotros.  

Durante del largo período antes de Adán y Eva, llamado "inocencia", bíblicamente relatado por unas pocas palabras que demuestran claramente su existencia, el homo sapiens no podía beneficiarse de ninguna manera de toda estas informaciones comparativas y retroinformaciones del Espíritu Santo, incluso externamente a sí mismo. El hecho de que Jehová Dios prohibiera así a Adán y Eva este conocimiento específico de la conciencia estaba enteramente relacionado con esta "lógica", que solo podía traerles un simple aprendizaje de las reglas relacionadas con el instinto, y no todas estas informaciones comparativas que les habría permitido orientar su bien con precisión, como le requiere la conciencia para ser bien administrada.

La rebelión de Lucifer tomó así a la humanidad como rehén a través de la tentación en la que él mismo llevó a Adán y Eva, a la desobediencia a Dios, para no ser excluido de sus derechos represivos, sobre toda la humanidad. Los engañó tratando de hacerlos dominar esta conciencia por medio de una lógica escrita en un lenguaje egocéntrico, no conforme con la conciencia y desprovisto de todas las funcionalidades entre el cerebro y el "corazón", esenciales para su manejo adecuado. Adán y Eva, ni siquiera dotados de los fundamentos del Espíritu Santo, que el ser humano de hoy puede sentir posible y muy parcialmente antes de su nacimiento, se dejaron llevar por la codicia a ser superiores a través de este nuevo "conocimiento". Debido a que todavía estaban dotados de una lógica inadecuada, Dios los había protegido de ella mediante la prohibición, y es por eso que toda la humanidad se volvió rebelde a su Creador.

Esta humanidad siguió así a este tutor que se volvió en Satanás, el mentiroso represivo, lo que colocó a cada ser humano bajo la pertenencia de aquel que estaba condenado a desaparecer, contrariamente al llamado de cada uno a la vida eterna, a través de su progresión hacia un modo de funcionamiento que destaca el Amor divino.

La ausencia de las funcionalidades esenciales para la adecuada autogestión de su conciencia por parte del adulto, es quizás donde se encuentra la mayor esclavitud impuesta por Satanás a la humanidad. En su buena voluntad, cada uno trata de hacer el mejor uso de lo que tiene como medio de acción a su disposición y al que también aprende a dar intelectualmente razón a lo que posiblemente percibe del Espíritu Santo. Su buena voluntad de buscar el Amor divino, a través de sus análisis, basados en sus únicas capacidades de acciones programadas en el amor egocéntrico, en comparación con su aprendizaje, lo llevan fácilmente a una síntesis contraria a la voluntad divina, sin que pueda realmente tomar conciencia de las razones de la falta de resultados positivos que sufre. Si entra entonces en un examen de conciencia, su cerebro compara involuntariamente el único aprendizaje con el que ha estado de acuerdo y la energía que su cociente emocional utiliza para producir lo que considera la acción correcta, sin poder percibir la información clave de sus confusiones con referencias divinas en su genética.

El hecho de que hasta que el humano no posea la "lógica" apropiada del Espíritu Santo, no puede recibir adecuadamente las retroinformaciones comparativas entre su "corazón" y su cerebro, o se siente culpable por sus malos resultados, o lucha contra los mandamientos de Dios, o los impone a otros a su manera. Se coloca entonces como víctima de Dios y de los que le siguen, hasta el punto de hacerlos responsables de sus dificultades, a pesar de su perseverancia y su posible buena voluntad.

La desobediencia de Adán y Eva, colocó efectivamente a la humanidad en la pertenencia a este tutor, del cual ahora debe salir, y por lo tanto debe querer usar su libre albedrío para hacerse cargo de lo que este tutor ante Dios, fue llamado a traer represivo sobre el homo sapiens. Esta es la reconciliación indispensable con nuestro Creador, que corresponde al compromiso de una buena conciencia ante Dios, y en primer lugar, permite a Jesucristo inicializar nuestro corazón de su lógica divina, en lo que lleva el nombre común de nuevo nacimiento. Es así en Jesucristo, porque él fue el único que pudo cumplir la ley dada por Dios a Moisés y ningún amor puede agradar a Dios sobre otros valores que esta Ley.

Si a través del bautismo del Espíritu Santo, Jesús nos libera de la tutela de Satanás, no es para abolir la Ley dada por Dios a Moisés, sino para cubrir nuestros pecados, comenzando con nuestro pecado original. Este pecado original ya no es el pecado que hemos descrito como el que nos impone a una mala aplicación de nuestra genética, sino el que necesariamente permanece presente en los elementos programados de nuestro cerebro, para permitirnos actuar. Es la programación en el lenguaje del amor egocéntrico, vinculado a nuestras emociones generadas antes de nuestro nacimiento, lo que por lo tanto nos mantiene ya no bajo esta tutela espiritual, sino en el mismo modo de operación que la programación existente.

Estas programaciones realizadas en el momento del nacimiento, sellan el modo de funcionamiento por dominación, consecutivo al de la lógica inicial, porque cualquier otra enseñanza de la infancia se adquiere para aportar un efecto correctivo a la primera base cerebral, con el fin de facilitar su adaptabilidad a su contexto de vida. Cualquier enseñanza recibida en la infancia se engloba así en una mejor gestión del amor egocéntrico inicial. Ya sea que el aprendizaje provenga del Espíritu Santo sentido externamente al ser humano o que proviene del bautismo del Espíritu Santo recibido durante la infancia, cualquier aprendizaje correctivo de la estructura inicial, sólo puede ser manejado por un modo de funcionamiento por la dominación de su sistema emocional. Queda entonces para la persona interesada hacer la corrección hacia el Amor de los demás, por la influencia del cociente emocional, bíblicamente llamado el dominio propio.

En el caso del bautismo del Espíritu Santo durante la infancia, el Espíritu Santo percibido desde el "corazón", influye indudablemente en la programación de la adolescencia, haciéndola llegar a ser muy similar al Amor divino, que en este caso lleva a la persona afectada a un cociente emocional prácticamente nulo para obtener un resultado cercano a su interpretación del Amor divino, en la edad adulta. Sin embargo, esto no impide que funcione dominando la programación de la adolescencia, porque ella misma está globalizada para corregir la acción básica y no la naturaleza de la misma. Por otro lado, esto puede llevar a la persona interesada a hacer menos diferencia entre lo que es nativo de su enseñanza o del Espíritu Santo en él, lo que puede hacerlo más difícil, la fase que veremos en el próximo capítulo.

Cuando Jesús inicializa nuestro "corazón" con su lógica divina del Espíritu Santo, si así cubre los pecados de los que nos arrepentimos por estar fuera de la Palabra de Dios, también cubre cualquier pecado original futuro, relacionado con la membresía inicial de Satanás y la gestión de nuestros solos instintos. Si mantenemos entonces la fe en Él, allí donde pecábamos por defecto, esto nos permite superar nuestros temores para seguir al Espíritu de Dios, gracias a la paz que el Espíritu Santo proporciona en nuestro cociente emocional y donde pecábamos por exceso de presunciones, la presencia divina, proveniente del mismo Espíritu Santo, nos permite aplicar una mejor corrección a la mala programación. En cualquier caso, si permanecemos atentos al Espíritu Santo, en arrepentimiento de nuestros propios errores, el acto resultante se acerca más al Amor divino.  

Esta allí la primera etapa que describimos en el capítulo anterior, durante la cual sigue siendo esencial dominar mejor la programación que no se ajusta al verdadero Amor divino en nuestro cerebro, para producir una acción lo más cercana posible a la naturaleza divina.

Ucrania,

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