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Sólo el amor permanecerá

1 - El ser humano y la iglesia


1 – 1 - Desde la creación a nuestros días


Desde que su naturaleza se ha convertido en humana y se le dio la posibilidad de comparación de su comportamiento, el hombre se enfrenta por un lado, a la voluntad de Dios por la imagen lo recibió a través de la conciencia, por sus genes, y en segundo lugar, por la necesidad de Educación de su naturaleza, cuyas bases mentales se desarrollan para hacer frente a un mundo animal, cuyo él debe convertirse en victorioso. ¡Es allí toda la historia del bien y del mal!

Si los distintos circuitos que tienen acceso a nuestra conciencia no tenían ninguna relación común, seríamos pues cien por cien humanos o cien por cien animales, en un sobre carnal a las apariencias similares, pero esto no es el caso. Disponemos en efecto de un "libre árbitro" que se encuentra ser un poco un señuelo cuando avanzamos sin ninguna ayuda de Dios, puesto que, en nuestras reacciones no controladas, permanecemos sujetos a nuestra naturaleza animal que nos da la impresión de ser los únicos amos a bordo sobre esta tierra. Este parecido de libre árbitro se debe a la gran evolución de nuestro carácter animal, dotado con un elevado coeficiente intelectual y en paralelo de una posibilidad de apertura en vías espirituales de carácter superior al nuestro, que permiten entonces al hombre, superar su simple naturaleza animal y entrar en un real libre árbitro, si él hace un trabajo correcto en él mismo.

Si no el hombre no puede escapar a esta naturaleza inicialmente concebida para responder a normas de "sociedades", generadas por las necesidades de supervivencia de la raza, en una implacable ley de la jungla, la ley del talión en la cual la razón del más fuerte está siempre la mejor. Las relaciones de fuerza en absoluto no son todas orientadas hacia la capacidad física, pero existen en todos los ámbitos de la vida que puede traer una superioridad. Se trata entonces el más astucioso, el más rico, el más persuasivo, el más tacaño, el más seductor, el más acusador, el más espiritual, el más manipulador... Todo es bueno para reinar sobre otros o simplemente hacerse aceptar por ellos, ya que, para actuar sobre nuestro congéneres, sabemos emplear nuestras capacidades intelectuales de una manera mucho más perversa que los propios animales.

Las capacidades intelectuales no tienen pues nada que ver con el respeto y el Amor de otros, que están más fácil simular por nosotros, disimulando nuestros errores  detrás de algunas actitudes engañosas, por miedo de ser descubierto en una dimensión que consideramos poco gloriosa. En esta dimensión animal, todo se construye en efecto por el miedo, el miedo de desaparecer, el miedo de tener mal, el miedo de la vergüenza... Es en nuestra superioridad que somos escasos, porque la conciencia, que hace nosotros seres superiores a los animales, nos aporta también la comparación de nuestras artimañas con los que deberíamos adoptar. En el error, estamos entonces ante la elección conceder nuestras faltas o cubrirlas por disfraces de " buenas " razones, menos válidas las unas que las otras.

Este falso enfoque de la conciencia se remonta a Adán y Eva, no con relación a la sexualidad cuyos muchos guardan la imagen "de no crujir la manzana", sino por la manera de hacer callar nuestra conciencia para justificar nuestros actos.

Todo acto o pensamiento en efecto es conducido por uno u otro de los dos ejes espirituales directores existentes en este mundo, que llamamos "bien o malo", o también "carnal o espiritual". El primer eje portador de nuestra "espiritualidad", es por tanto de naturaleza animal, unida a la dimensión del espíritu humano. Esta "espiritualidad" generalmente no se considera espiritual, como parte de un rango por debajo de la espiritualidad real de Dios, y esto es un error fundamental, que lleva al individuo a una confusión entre sí mismo y sus reacciones carnales, pero no le da la comprensión del origen de sus comportamientos. Esta espiritualidad toma genéticamente nacimiento sometida a espíritus y sentimientos carnales, pero continúa su construcción en la infancia, para hacer una corrección de espíritu básico mediante la educación haciendo posible la socialización del individuo, a una mejor asegurar la supervivencia de la raza. De modo que si no hacemos morir esta lógica espiritual construida por espíritus carnales desde el estado fetal, por las acciones de fe dirigida por la espiritualidad de Dios, es la lógica que fue construida en nosotros al estado de feto que seguirá siendo la base de nuestra guía. Esta lógica espiritual del espíritu es de hecho sólo se ha solucionado en la infancia, por el aprendizaje que va a generar sentimientos en la adolescencia y no va a sustituirla como Dios quiere  conducirnos a eso a la edad adulta, para nuestra mayor felicidad.

Es aquí toda la dimensión el bien y el mal, es decir, el "carnal" y el "espiritual", es decir, aún el pecado o los caminos de Dios.

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