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3 - La fe confirma la ciencia, pero coloca sus límites actuales


3 – 3 El Amor y la Ley según Dios efectivamente nacen de la renovación de los mapas cognitivos escritos bajo otro idioma, pero sobre todo de la renovación del “Pequeño cerebro del corazón” y del cerebro Límbico.


Cada uno comprende fácilmente el establecimiento de mapas cognitivos ligados más concretamente con algunos períodos de nuestra vida, porque entró en las costumbres colectivas de no traumatizar el niño por comportamientos violentos, aunque muchos errores crasos se producen aún.

Se utiliza también muy otra enseñanza, es el control de uno mismo a los medios de ciencias humanas más o menos bien aprendidas, con el fin de gestionar la respiración, ver el espíritu, y limitar así el carácter emocional, por lo tanto la coherencia cardíaca en algunas situaciones sensibles. El beneficio corporal está incuestionable, y muchos deportistas, de los que hacemos partido, los llevaron a la práctica desde mucho tiempo. Esta actitud está incluido sin embargo en el “aprendizaje” y no de la comprobación a posteriori de un cambio de “lógica”, como es normal constatarlo cuando Dios conduce nos replanteamientos. Si como cristianos, no tenemos que combatir estas ciencias humanas y los beneficios corporales que pueden aportar, no tenemos tampoco que darles inevitablemente razón por lo que se refiere a su puesta en la práctica. Estos métodos no hacen además que poner de relieve lo que podemos constatar científicamente y en particular el control más o menos importante cuyos lo que disponemos individualmente para acentuar o minimizar el impacto del espíritu colocado en el cerebro límbico. (Véase el esquema capítulo 1-5) No demuestran de ningún modo la sustitución de nuestro espíritu situado en nuestro cerebro límbico en favor de el de Dios, como es el caso cuando estamos vencedor con la ayuda del Santo-Espíritu de este mismo espíritu carnal. Cuyos debemos ser de espectadores es no sólo la serenidad en situaciones similares a las que nos atormentaban anteriormente, sino también la parte correspondiente de Ley de Dios en nuestros corazones.

El comportamiento cuyo Dios quiere hacernos pasar a ser espectadores, no está en efecto vinculado a un aprendizaje, ya que en ese caso, éste se encuentra sujeto al análisis de nuestro carácter animal que hace callar a veces nuestra conciencia humana. Esta conciencia ya se pone a disposición del hombre en sus genes, no para autosatisfacerse en lo que puede pasar a ser una trampa para él, pero al contrario para probar sus propias reacciones que le implicaría pronto o tarde en un desequilibrio mal vivido por sí mismo y que no puede aún sospechar.

Cuando estamos sometidos a situaciones analizables, nos es fácil comportarnos como buen cristiano, según que demos o no razón a la ley de Dios, aunque a veces podemos estar seducidos por el exceso del demasiado o del no bastante. Si encontramos un nuevo enfoque de un contexto vivido, damos eventualmente razón a esta nueva teoría, y nuevos mapas cognitivos se crean que se convierten eventualmente en preferenciales a los anteriores. Mientras permanecemos en nuestro universo, ningún problema se plantea, y nos consolidamos en una presunción de verdad inmutable.

El problema surge cuando cambiamos de entorno, y que, sujeto a un contexto diferente de nuestro medio ambiente normal, las inconsistencias del corazón nos llevan a desconectar de nuestro análisis y reaccionar a los valores opuestos a los que damos razón de otra parte, por el uso del cortocircuito en el cerebro y sus programas preestablecidos, véase el párrafo 1.5. A raíz de malas reacciones por nuestra parte, más que observar a la ambivalencia entre estas reacciones a las cuales nos condujo el espíritu de nuestro cerebro límbico así como nuestros sentimientos, con respecto a nuestros análisis habituales, hechos con nuestros mapas cognoscitivos ya adquiridas en una estrecha relación de conciencia con el Santo-Espíritu, nos es entonces más fácil diabolizar al autor de las circunstancias encontradas, ver las propias circunstancias. Si actuamos así, deberemos utilizar nuestros sentimientos antiguos, para hacer callar al Santo-Espíritu en nuestro corazón. Entonces nos veremos obligados a preservarnos del contexto o del propio individuo, para conservar una mirada valerosa de nosotros mismos, y encubrir mejor, a veces a los ojos otros y de nuestra propia conciencia, nuestros comportamientos de naturaleza carnal.  

La incoherencia cardíaca, que nace en los momentos que preceden nuestras reacciones carnales, es pues una señal de alerta fundamental. Procede de un conflicto entre nuestros sentimientos más o menos renovados, contenidos en el lóbulo derecho del neocórtex (nuestro alma), del espíritu carnal también mal renovado, contenido en nuestro cerebro límbico, que se chocan con la parte correspondiente del Espíritu Santo contenida en el pequeño cerebro del corazón, intentando hacerla callar por razonamientos carnales.

Mientras que podemos distinguir estas incoherencias cardíacas, que son tantas señales de la ambivalencia entre la naturaleza superior de Dios y la carnal a la cual damos razón a través de nuestras reacciones, no podemos decir que estamos transformados pues según Dios, por las partes correspondientes de nuestro espíritu y sentimientos. Su software en nuestro Pequeño Cerebro del Corazón, que se obviamente ha prendido todo espacio el en el momento del bautismo del Santo-Espíritu, se encuentra en efecto comprimido, tal como expulsado por nuestros razonamientos y prohíbe de acción en algunos de nuestros comportamientos, para dejar lugar a los espíritus carnales correspondientes. Lo peor está por venir, como para acallar las dudas se enfrenta nuestro mal comportamiento en el conocimiento de la palabra de Dios, que condenamos con más en más vehemencia, los personajes o las circunstancias que nos condujeron al error en nuestras reacciones. Los mapas cognitivos de nuestra alma pueden ser renovados casi en su totalidad por el aprendizaje de la palabra de Dios guiados por el Espíritu Santo en momentos favorables, sin que nuestro espíritu y sentimientos, son en nada renovados. Si el fenómeno se detuvo allí, la cosa sería ciertamente grave, debido a la ocultación de nuestros errores y la condena de nuestros compañeros y no por sus acciones, pero el aumento no sería demasiado sensible. El problema no es lineal, sino dos veces, por un lado, el espíritu carnal, que había sido impulsado por el bautismo del Espíritu Santo, se provee, conforme a la palabra de Dios, de los siete espíritus peores, para que mejor ocultos en nuestros propios argumentos o razonamientos, y también la renovación de nuestros mapas cognitivos, es cada vez más en la condena del mundo exterior y la interpretación de la palabra de Dios para nuestro beneficio. El espíritu carnal que está llegado el primero en refuerzo será capaz de abusar de nosotros en nuestra media sinceridad, para que nuestros nuevos mapas cognitivos moderados menos nuestros sentimientos, ellos mismos actuando en la limitación de nuestro espíritu de supervivencia. Todos nuestros análisis y reacciones aumentarán así, hacia a un sectarismo  correspondiente, disimulando nuestros propios errores, o debido a nuestro auto-flagelación, como una barrera para nuestras tentaciones al error. Es lo que crea los obesos espirituales que conocen, pero no pueden vivir plena y libremente la Palabra de Dios como Éste lo desearía. Acumulan la comida de la palabra de Dios en sus alma, o más exactamente en sus solos mapas cognitivos olvidando los sentimientos, pero dándose razón de algunos comportamientos, que pueden llegar hasta un fanatismo carnal destructivo. Olvidan el profundo arrepentimiento de corazón para sí mismos, este grito a Dios tan necesarias para la reescritura de su espíritu en otro idioma y luego están llenas de sí mismos por caer siempre sobre otros las suyas errores. El Espíritu de Dios, que es a la vez las piernas y el motor del alma, no puede conducirlos en esta alegría permanente de felicidad y vitalidad, ya que su obesidad los obliga únicamente a la posición sentada. Llenan entonces los bancos de su iglesia y critican los que no hacen lo mismo.

Estas personas no pueden desgraciadamente llegar hasta a amar  a sus enemigos, y es lo que debería desafiarlos más, ya que el lugar del que Dios dispone en sus corazón es idéntico a la de sus cerebro límbico seguido siendo carnal, en la dimensión alegórica de la parábola de los talentos (ver Mateo 25-13/30). Llegan hasta comprimir el Espíritu-Santo en sus Pequeño Cerebro del Corazón  en tal punto, que habría sido mejor para ellos que nunca Le hayan recibido, puesto que no lo hicieron fructificado para renovar sus propios cuestionamientos, pero lo enterraron como en la parábola de los talentos. Las personas que actúan así, utilizan en realidad lo que el Espíritu Santo revela a ellos de más pertinente, de más preciso en el detalle de sus errores con el fin de tomarlos de sus malos pasos, en la condena de sus similares aunque saben que estarán juzgados con la medida que juzgan los otros, como Jesús lo enseñado (Mateo 6-1/5). La Palabra de Dios es verdaderamente una espada de doble filo (Hebreos 4-12) que nos permita avanzar en la mejor si la usamos el camino correcto, pero se vuelve contra el usuario lo contrario. Mientras que un ser humano no recibió medio de comparación entre la voluntad de Dios y sus comportamientos, Dios sólo le acusa en efecto, el hecho de no dar razón para que le proponía de mejor: Jesús; pero para aquellos que recibieron el Espíritu Santo que Jesús ha dado en el bautismo y lo ha silenciado comprimiendo le hasta tal vez a veces rechazarlo completamente, ¿cómo podría ser no más culpable a los ojos de Dios? Esta gente se cree salvada por su conocimiento y este bautismo del Santo-Espíritu, mientras que son precisamente este conocimiento y este bautismo que los condena debido a su negativa a ver claramente en ellos mismos. Su espíritu pues siguió siendo inmutablemente carnal, puesto que el  Espíritu Santo que al día de su bautismo ocupaba toda parte de su corazón, se encontró completamente ocultado, comprimido bajo los montones de condenas de sus compañeros, sin nunca haber sido utilizado a los  fines para los cuales se les había prodigado. Este espíritu cuyo Jesús dio testimonio antes de dar el último suspiro diciendo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu! ¿Este Espíritu que no podía cruzar el infierno debido a su diferente naturaleza a la de Satanás, será el nuestro? ¿En el párrafo anterior, no acabamos de leer que Dios quiere poner sus leyes en nuestros corazones y escribirlos en nuestro espíritu? Entonces...

Dios no toma placer a la eterna cancioncilla, pecado, arrepentimiento, pecado, arrepentimiento, ya que esta actitud indica una determinada tibieza hacia nuestro deseo para hacer su voluntad, que desvirtúa entonces lo que puso en nosotros por el Santo-Espíritu. Además, esta actitud pone de relieve también la desnaturalización de nuestro alma que se cree entonces salvado al menos como la del tunante sobre la Cruz, mientras que nos encontramos en la posición de estos a que Dios dirá como se escribe en Mateo 7-22/23: Muchos me dirán en aquel día: ‘¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿En tu nombre no echamos demonios? ¿Y en tu nombre no hicimos muchas obras poderosas?’ Entonces yo les declararé: ‘Nunca os he conocido. ¡Apartaos de mí, obradores de maldad!’

Jesús que hablaba de esta gente que se han convertido en idéntica a los Fariseos de esa época decía “Hechas pues y observan todo que dicen, pero no actúan según sus obras. Ya que dicen y no hacen”. Dios quiere establecer un sistema coherente en nosotros sin que hay aprendizaje para hacer callar, ni nuestra conciencia, ni nuestro corazón. Conviene pues obviamente saber controlar su respiración y limitar así sus incoherencias cardíacas, pero ninguna de nuestras reacciones no debe ocultarse por esta práctica ante nuestros análisis personales de conciencia, si estamos deseosos de una renovación del alma y el espíritu. Son en efecto las ambivalencias entre nuestras acciones conscientes y nuestras reacciones inconscientes que son las verdaderas voces de alarma que Dios puede emplear para alertar nos sobre nuestros propios errores.

En realidad, nuestra capacidad para realizar estas ambivalencias es debido a nuestra facultad de comparación entre dos sistemas de puntos de referencia que funcionan de forma diferente.


El circuito largo, al cual damos razón en análisis conscientes. Utiliza la estructura de nuestros sentimientos en correlación con el espíritu, pero revisados y corregidos por nuestros análisis, que se contienen principalmente en nuestro lóbulo frontal de la neocorteza.  

El circuito corto, por el cual reaccionamos. Este circuito utiliza las partes correspondientes al contexto dado del espíritu construido en nuestro cerebro límbico al estado fetal y a los sentimientos del lóbulo derecho del neocórtex, creados carnalmente en la niñez hasta la adolescencia.


Es por eso que, incluso si es la amígdala que es memoria RAM desde la que se da el impulso de nuestra respuesta, el cerebro límbico que contiene el espíritu básico, y la parte de nuestro lóbulo derecho unido a la gestión de los sentimientos que en cierto modo corrigen este espíritu por el aprendizaje, se comportan como un disco duro que alimenta la memoria RAM. Las inconsistencias del corazón en el pequeño cerebro del corazón están relacionadas con dos sistemas cuyo uno de los cuales se haya naturaleza espiritual carnal no renovado y uno de naturaleza espiritual divina.

Representación de las tres estructuras principales de nuestros cerebros y la amígdala, portadora de las reacciones seleccionadas cuando está el circuito corto en el cerebro

La amígdala


Es la estructura del cerebro que funciona como la memoria RAM de un ordenador, de la cuál vienen reacciones rápidas y autoprotectoras, seleccionadas en la lógica preprogramada del espiritu del cerebro límbico y los sentimientos del neocórtex, dependiendo de nuestro estado emocional en los contextos encontrados. Cuando el cortocircuito del cerebro está, ella sigue siendo el único elemento cerebral portador de reacciones.

El segundo cerebro se dice límbico o cerebro del paleo-mamífero.

Se produce principalmente en los mensajes olfativos, la afectividad y las emociones, sino también el aprendizaje.

El cerebro primario, se dice reptiliano o diencéfalo.


Es el regulador de la vida vegetativa


Neocortex (Cerebro terciario dicho del Neo Mamífero)


Sede de la lengua, la lógica y la abstracción


- el hemisferio derecho, es sobre todo la sede de la intuición, afectividad, la música, del arte.


- el lóbulo frontal, es la sede de las funciones más elaboradas: pensada, síntesis, creatividad.

Arriba Arriba

Si Jesús no había realizado toda la Ley Judía otorgada por Dios a Moisés, podríamos pues decir: “Desgraciadamente, conocemos el problema pero no existe ningún remedio, ya que el acceso a estos espíritus creados en la dimensión carnal es inaccesible para sustituirlos, puesto que siendo objeto de podas neuronales que nos prohíben un verdadero acceso a una base de datos programada en conjunto con nuestros genes”. Está sin embargo allí que se produce el milagro otorgado por Dios a través de Jesús, por el bautismo del Santo-Espíritu (véase el Efecto Bumerán capítulo 8 y la continuación). Este bautismo del Espíritu Santo es la apertura de una nueva lógica, una nueva inicialización de nuestro corazón por un  "software" con una base diferente, ofrecido para permitir la reconstrucción de nuestra alma y nuestro espíritu. Esta "Herramienta" es en realidad poner en su lugar para que podamos tomar conciencia de inconsistencias que acabamos de ver, pero está también allí para ayudarnos, no a evitar la programación ya efectuada, sino a borrarlo por medio de una redacción en la lógica de Dios, la de la Vida Eterna.

No vamos a reanudar aquí todo el desarrollo de los dos libros que presentamos. Está no obstante bien claro que a pesar de toda la parte que Dios podrá pedirnos realizar nosotros mismos en el arrepentimiento de la mala reacción, este arrepentimiento aunque indispensable, es humanamente insuficiente puesto que este espíritu inscribe en nuestro cerebro límbico nos está inaccesible. Sin ayuda espiritual  externa, por lo tanto, nada es posible. Por lo tanto, Dios no se complace en la dimensión eterna pecado arrepentimiento, como lo dice en su Palabra, y Jesús teniendo cumplido todo la ley judío sin pecado, Dios nos ofrece el "software" del Espíritu Santo, pero sólo bajo la supervisión de Jesús y nadie más. Dios espera entonces de nosotros, el arrepentimiento más profundo, pero que capitulemos a todos nuestros buenas voluntades de superar a nosotros mismos, gritando a través de él, cuando en el agotamiento de toda nuestra buena voluntad y nuestras suposiciones, nos damos cuenta que nuestro pecado es más fuerte que nosotros.

Un espíritu no puede en efecto reescribirse en ninguna manera, gracias a nuestra buena voluntad consciente, puesto que en nuestras acciones conscientes está concebido para ser utilizado cubierto por la acción de neuronas que vienen a moderar o incitar su acción, y que están allí las únicas neuronas restantes en relación a este “estereotipo de reacciones” que es el espíritu. Esta es la razón por la que el aprendizaje de la palabra de Dios es FUNDAMENTAL, pero al mismo tiempo tanto insuficiente, mientras su gestión siga siendo carnal. No está en efecto en el aprendizaje que podemos renovarnos hasta en nuestro cerebro límbico, sino solamente por la PUESTA EN LA PRÁCTICA de NUESTRA FE que nos permite superar estos espíritus carnales. Sola esta puesta en la práctica de la fe conducida por el Espíritu de Dios permite en efecto superar el espíritu que nos conduce, ya que en el momento en que vamos a caer de nuevo en su error, es Jesús que nos revela el origen, él que superó todo espíritu inmundo como damos fe en el Efecto Bumerán y Francia y Dios. Es por esta razón, que  SOLA la FE ESTA AGRADABLE A DIOS, puesto que ella sola es capaz de hacernos revestir suya naturaleza.

Obviamente, es bueno ser instruidos en la palabra de Dios, pero la enseñanza sólo nos permitirá siempre de entender nuestros errores con el fin de nosotros arrepentir de nuestras malas reacciones no conformes a la palabra de Dios, puesto que este arrepentimiento se sitúa sólo en nuestro mapas cognitivos del neocortex. Si nos había sido posible alcanzar y corregir estos espíritus por la intervención de nuevos mapas cognitivos sin tener que pasar por el arrepentimiento profundo de nuestras faltas y una nueva escritura de estos espíritus en la lengua del Santo-Espíritu de Dios, toda la obra de Jesús a la Cruz habría sido inútil e vana.

Esta es la razón por la que, tan bonito que sea el bautismo en el Santo-Espíritu recibido en el corazón, no es más que una apertura que debe recibirse el bautismo de fuego. Este fuego que, reconsideración después de reconsideración, combate después de combate contra nuestras malas reacciones, viene poco a poco renovar nuestro cerebro límbico y permite entonces una coherencia entre el “Pequeño cerebro del corazón”, el cerebro límbico y el neocortex, es decir, entre el Santo-Espíritu de Dios, nuestro espíritu y nuestra alma.

Cada cristiano sabe que Dios quiere la totalidad de nuestro corazón, por eso, cada vez que tenemos una victoria en nuestro cerebro límbico, el lugar correspondiente en nuestro “Pequeño cerebro del Corazón” se encuentra liberado, dejando cada vez más lugar al Santo-Espíritu de Dios. Es entonces posible tomar conciencia que en el corazón, el Espíritu Santo es como un archivo comprimido en un ordenador. En cada una de nuestras victorias con la ayuda del Espíritu de Dios, se baja la cremallera de forma gradual, con lo que nos una nueva perspectiva, tanto en el intelecto y el corazón.

Cada vez que este conjunto se vuelve más coherente, podemos pues constatar, maravillados, que nuestras reacciones son cada vez más coherente con los escritos bíblicos y el amor al prójimo. ¿No es allí el objetivo de cada uno y de la humanidad entera? ¿No es eso adorar a Dios en Espíritu y en Verdad?

Si al contrario no actuamos en nuestro propio arrepentimiento, por lo tanto sin sustitución posible del espíritu carnal por la dimensión correspondiente del Santo-Espíritu de Dios, como el hecho un psicoterapeuta por ejemplo, pasamos entonces a lo que la Biblia nos dice en Mateo 12-43/45: Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos buscando reposo, y no lo encuentra.

Entonces dice: "Volveré a mi casa de donde salí." Cuando regresa, la halla desocupada, barrida y adornada.

Entonces va y trae consigo otros siete espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan allí; y el estado final de aquel hombre llega a ser peor que el primero. Así también sucederá a esta perversa generación.

Algunos se ofenderán quizá un poco ante nuestra afirmación de la flaqueza de la psicoterapia, encontrando ellos mismos mucho beneficio después de haber seguido una psicoterapia, esto cuyos no dudamos absolutamente. Si esta psicoterapia se condujo de manera cristiana, entonces condujo la persona verso una evolución de arrepentimiento que citábamos al menos por lo que se refiere al alma en su conjunto.

En el caso contrario, que se encuentra ser más frecuente, la psicoterapia no hace más que liberar la persona de su culpabilidad para poder observarse correcta sin traerla al arrepentimiento de las partes relativas a su propia construcción psicológica. Hace entonces basar estas partes de error sobre el autor de las circunstancias, al igual que el hecho un religioso sin el Espíritu de Dios. Está obvio que con una mirada caritativa hacia sí mismo,  estos dichas errores parecen generalmente bien minúsculo, y a menudo muy comprensible humanamente, pero para el que desea realmente entrar plenamente en la paz y el amor de su prójimo, debe seguir siendo listo para arrepentirse por su parte de error, tan pequeña sea. Observemos por ejemplo al suicidio en el cual siempre o casi se produce, una parte de chantaje mayor o menor hacia nuestros “perseguidores”, que se llaman a Dios o a los hombres. ¿Si lo deprime que conduce al acto final es sustituida por la acusación falsa hacia el hombre o la mujer que consideramos como nuestro perseguidor, habremos dado un verdadero paso adelante mediante la sustitución de este espíritu de la depresión por los otros dos aún más perversa?

Esta es la razón por la que, la persona que vivió esta clase de psicoterapia debe observar a sus propias maneras de actuar, y sobre todo a las condenas que hace pesar sobre otros desde entonces. Ser dirigido por espíritus más malos no quiere decir que después la cólera, pasaremos por ejemplo a la furia o al asesinato, sin embargo, si nuestra cólera se encuentra encubierta por la hipocresía, la idolatría y la seducción por ejemplo, y que por otra parte nuestra condena se vuelve mayor para con otros seres humanos diferentes de nosotros mismos; ¿a quién nos asemejaremos cada vez más, a Dios o a Satanás? Lo importante no es inevitablemente de estar vencedor de algunas personas o situaciones, pero aunque el equilibrio recibo conduce a la Paz interior y al Amor de su Próximo.

Permanecemos hoy los amos de nuestro destino, la fe es una maravilla de descubrimiento, nunca un fanatismo auto-protector como lo fue Hitler para la raza  aria, por eso solamente el Amor de otros permanecerá. Este Amor es en efecto la base de escritura de otro software que el de nuestro carácter animal basado en un egocentrismo refrenado por el miedo, y aunque hoy podemos aún eventualmente trabajar con el antiguo, el día de entrada en vigor del nuevo, estaremos a la imagen informática hacer trabajar un ordenador con Windows XP, Vista, Seven, Eight o Linux, mientras que no puede hacerlo sino con MS DOS.

¡Ojalá que aspiremos al mejor!

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